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viernes, 7 de septiembre de 2012



Docente: Kerlyn Lugo

Unidad Curricular: Métodos no Violentos Resolución de Conflictos

La Educación Popular permite crear escenarios de debate constantes en donde se configuran y se reconfiguran los sujetos, en la medida que la clase popular, ya sean los trabajadores o sin trabajo, los indígenas, los campesinos, la clase subalterna, sean los mismos que piensen y proyecten acciones educativas transformadoras en espacios de formación y de acción política.

“La contrahegemonía se edifica ya en los espacios que están al alcance de nuestra creatividad y tienen incidencia en la totalidad. Dichos espacios requieren, de esta manera, naturaleza política (...) el salto de las microexperiencias a la macropolítica está mal planteado si se lo piensa en términos de dos campos contrapuestos. La micropolítica es ya política y la macropolítica está asentada en las micropolíticas de la sociedad civil”. (Rebellato, 1997: 28).

Simón Rodríguez vivió en Latinoamérica (Venezuela, Jamaica, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y Chile) al comienzo y al final de la revolución de independencia de nuestros países y en el intermedio vivió en Estados Unidos y, sobre todo, en Europa. Asimiló su pensamiento de las ideas que nutrieron la Revolución francesa que son las mismas que inspiraron a los patriotas latinoamericanos en la lucha por la Independencia. Paulo Freire Vivió en el siglo XX, bajo el impacto de las dictaduras que suelen azotar nuestra vida política y bajo el impacto del entusiasmo y el posterior desencanto que el socialismo motivó tanto en intelectuales como en grandes masas de seres humanos.

“Luces y moral” era uno de los lemas que solía usar Simón Bolívar en sus discursos como libertador. Pues bien, ese lema de luces y moral lo aprende de su maestro Simón Rodríguez. La ilustración es la filosofía de las luces.

La filosofía de la Ilustración se desarrolló en Europa a lo largo del siglo XVIII y fue en América Latina una de las fuentes ideológicas principales de la revolución que llevó a la Independencia de nuestros países. Tanto Bolívar como Simón Rodríguez fueron admiradores apasionados de Juan Jacobo Rousseau. Pero no fue sólo la revolución de independencia la que tuvo inspiración en el pensamiento ilustrado, sino que la necesidad de establecer un sistema educativo en las nuevas repúblicas siguió teniendo amplia y profunda inspiración en la filosofía de las luces.

La ilustración es la filosofía de las luces. Y las luces son las luces de la razón acompañada de un compromiso axiológico, es decir, compromiso con valores éticos. La filosofía de la Ilustración se desarrolló en Europa a lo largo del siglo XVIII y fue en América Latina una de las fuentes ideológicas principales de la revolución que llevó a la Independencia de nuestros países.

Juan Jacobo Rousseau

Filósofo suizo, ilustrado y romántico, nacido en Ginebra. Su madre, Suzanne Bernard, muere a los pocos días de haber dado a luz, y su padre, Isaac Rousseau, le educa en casa leyendo con él novelas sentimentales y las Vidas de Plutarco, pero cuando por causa de un duelo se ve obligado a exiliarse de Ginebra para evitar la cárcel, abandona al pequeño Jean-Jacques de diez años de edad, que es acogido por su tío y enviado a vivir a pensión, junto con su propio hijo, en casa de un clérigo, donde recibe por primera vez una cierta educación escolar. Vuelto a Ginebra, entra a trabajar como aprendiz de escribano y de grabador. Cuatro años más tarde, en 1728, abandona su casa y Ginebra, tras llegar tarde a la ciudad y ver de lejos cómo se le cierran las puertas, y a sus dieciséis años se lanza al mundo aventuradamente.

En Annecy, Saboya, es acogido por un clérigo, que lo recomienda a una conversa al catolicismo, Mme. de Warens, quien a su vez lo envía a un catecumenado en Turín, donde abandona el calvinismo y es bautizado como católico; sirve como criado durante un tiempo en esta ciudad, y finalmente vuelve con Mme. de Warens, con quien establece una amistad materno-filial, que con el tiempo se transforma en amorosa y apasionada.

Transcurren diez años de lecturas, estudios, obras literarias de poca monta, aventuras, viajes, rupturas y regresos a Annecy, hasta que se produce la ruptura definitiva con la mujer que hasta entonces le había dado estabilidad emocional. Marcha a París, donde presenta a la Academia de Ciencias un Proyecto concerniente a nuevos signos para la música, que es rechazado; compone la ópera Les Muses galantes, Mme. d´Épinay lo introduce en el ambiente distinguido y es nombrado secretario de embajada en Venecia.

Vuelve a París en 1744 y comienza su trato con los philosophes, Diderot y d´Alembert sobre todo, y su colaboración en artículos para la Enciclopedia; conoce por esta época a Thérèse Levasseur, una mujer analfabeta a quien toma por compañera para toda la vida y con quien tendrá cinco hijos que serán depositados todos en la Maternidad pública. En 1749 va a visitar a Diderot, que se encuentra en la cárcel de Vincennes, y por el camino lee en el «Mercure de France» la convocatoria de un premio de moral por la Academia de Dijon, sobre el tema Si el establecimiento de las ciencias y las artes han contribuido a depurar las costumbres.

Su respuesta en forma de un «no» decidido, como crítica a los valores culturales de la sociedad de su tiempo y a los ideales ilustrados, constituye su primera obra importante, Discurso sobre las artes y las ciencias, premiada por la Academia y publicada en 1750. Aquí comienza el itinerario filosófico de Rousseau. La temática de esta primera obra es causa de una intensa polémica, que le da celebridad y que le obliga, hasta cierto punto, a proseguir por la misma línea. Tras decidir ganarse la vida como copista de música, se reconcilia con el protestantismo y con la ciudad de Ginebra y publica alguna ópera (Le Devin du village); en 1754 escribe Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, también como respuesta a una nueva convocatoria de la Academia de Dijon, que se pregunta «Cuál es el origen de la desigualdad entre los hombres y si la ley natural la justifica»; esta segunda obra, de mayor profundidad filosófica que la primera, no resulta premiada, pero Rousseau la publica en Amsterdam, en 1755, y la dedica a la república de Ginebra. En ella apunta la idea central del pensamiento de Rousseau: hallar en uno mismo aquella parte de naturaleza que la sociedad todavía no ha empeorado. Voltaire le comunica que ha recibido este «nuevo libro contra el género humano», y se lo agradece. Su actitud de negación y de reformador le hace sentirse incómodo en París, y acepta que su amiga Mme. d´Épinay le ceda su casa de campo, el Ermitage, para retirarse; allí trabaja intensamente, y lo hace luego en Mont-Louis à Montmorency y más tarde en el Petit-Château de Montmorency, donde permanece seis años.

Durante este período, alterado por los vaivenes amorosos y las amistades rotas (con Diderot, con Voltaire), Rousseau escribe Carta a Voltaire sobre la providencia (1756) -en respuesta a su Poema sobre el desastre de Lisboa-, Cartas morales a Sofía (1757-1758), Carta a d´Alembert sobre los espectáculos (1758) -en respuesta a un artículo de éste, «Ginebra», en la Enciclopedia -, Julia o la nueva Eloísa (1756-1760) -tras enamorarse de su sobrina Sophie d ´Houdetot-, Emilio (1759-1761), El contrato social (1760-1761) y Cartas autobiográficas a Malesherbes (1762). Es la época de su mejor producción literaria, pero sus obras, sobre todo Emilio y El contrato social , son rechazadas en Francia y, por la primera de ellas, se le ordena prisión. Rousseau, privado ya de influencias y amigos, ha de huir a Suiza. Pero Ginebra prohíbe también Emilio y El contrato social y los envía a la hoguera; otros países, ciudades o universidades prohíben asimismo sus obras, y Rousseau se refugia en Môtiers-Travers, en Neuchâtel, bajo la protección de Federico II de Prusia; adopta desde entonces el traje armenio, y allí escribe Carta a Christophe de Beaumont (1763), en la que defiende las ideas de La profesión de fe de un vicario saboyano, incluida en el libro IV de Emilio, condenado por el arzobispo de París.

En Cartas escritas desde la montaña (1764) rechaza el trato que la ciudad de Ginebra otorga a sus obras. La hostilidad contra él va creciendo por doquier: su casa es apedreada por incitación del cura de Môitiers; se marcha a la isla de Saint-Pierre y, finalmente, acepta la invitación de David Hume, amigo suyo, para trasladarse a Inglaterra. Instalado primero en Chiswick, en 1766, pasa luego a Wooton, pero las tensiones y el temor que lleva dentro hacen que se sienta perseguido y desconfíe incluso de Hume, y huye angustiado de Inglaterra volviendo a Francia con el nombre de Renou. Vaga por Francia, se casa civilmente con Thérèse Levasseur, en 1768, y se establece en París en 1770 donde permanece hasta 1778; vuelve a copiar música, clasifica hierbas y escribe sobre botánica Mientras tanto ha publicadoConfesiones (1767-1771), escritas en buena parte durante su estancia en Inglaterra, y escribe y no acaba Las meditaciones de un paseante solitario. Se traslada en 1778 a Ermenonville, al castillo del marqués de Girardin, donde muere de apoplejía. El 9 de octubre de 1779, por decisión de la Asamblea Constituyente, sus restos son trasladados al Panteón.

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