La Nueva Educacion
Vivimos
un momento trascendental de la historia de nuestro país.
Está en marcha una transformación profunda de todas las estructuras de nuestra sociedad y tenemos el derecho y el deber ineludible de ser autores y autoras conscientes de este proceso revolucionario.”
Está en marcha una transformación profunda de todas las estructuras de nuestra sociedad y tenemos el derecho y el deber ineludible de ser autores y autoras conscientes de este proceso revolucionario.”
“Para
crear un nuevo país es fundamental revolucionar todo el sistema ideológico, es
decir, es imprescindible llevar la revolución a la educación y la
cultura. Debemos trabajar para la recuperación de la calidad de vida,
vista como preocupación por la dignidad de la persona, por su capacitación para
contribuir a la transformación y mejora de su comunidad, su región y su país.”
(Misión Cultura, libro rojo)
Educar es una práctica política
Para Freire la
educación nunca es neutra. Toda práctica
educativa es política, así como la práctica política es educativa. Las
prácticas educativas siempre son políticas porque involucra valores, proyectos,
utopías que reproducen, legitiman, cuestionan o transforman las relaciones de
poder prevalecientes en la sociedad; la educación nunca es neutral, está a
favor de la dominación o de la emancipación. Por ello, Freire distingue entre
practicas educativas conservadoras y prácticas educativas progresistas:
En cuanto en una
práctica educativa conservadora se busca, al enseñar los contenidos, ocultar la
razón de ser de un sinnúmero de problemas sociales; en una práctica educativa
progresista, se procura, al enseñar los contenidos, desocultar la razón de ser de
aquellos problemas. Mientras la primera procura acomodar, adaptar a los
educandos al mundo dado, la segunda busca inquietar a los educandos
desafiándolos para que perciban que el mundo es un mundo dándose y que, por eso
mismo, puede ser cambiado, transformado, reinventado (Freire 95, pedagogía de
la ciudad)
La educación por sí
misma no cambia el mundo, pero sin ella es imposible hacerlo. En consecuencia,
el educador progresista debe tener un compromiso ético político por la
construcción de un mundo más justo. El educador ve la historia como
posibilidad; no debe perder su capacidad de indignación, no puede ser
indiferente ni neutral frente a las injusticias, la opresión, la discriminación
y la explotación; debe mantener y promover la esperanza en la posibilidad de
superación del orden injusto, de imaginarse utopías realizables (“el inédito
viable”).
Por ello, para
Freire, la realidad no es sólo el punto de partida de la educación sino también
su punto de llegada. Si la realidad no está dada, sino dándose, la finalidad de
la educación liberadora es contribuir a transformar en función de visiones de
futuro que superen la existencia de opresores y oprimidos, de explotadores y
explotados, de excluyentes y excluidos; es superar los obstáculos económicos,
sociales, políticos y culturales que impide la realización de los educandos
como seres humanos. Las prácticas educativas críticas, articuladas a praxis
sociales transformadoras, hacen posible que la gente escriba su propia
historia, es decir, sea capaz de superar las circunstancias y factores adversos
que lo condicionan.
Fanny estevez
v-9468.907
UNES-ARAGUA CARABOBO
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